Ir al contenido principal

Roles, retos y aplicaciones del psicólogo clínico


A más de 100 años de que Freud postulara las bases para el psicoanálisis y todos los tipos de psicoterapia actuales, una gran cantidad de especialistas en salud mental se han encargado de desarrollar, investigar y ampliar las áreas que integran nuestra labor frente al sufrimiento psíquico, pues el contexto y la cultura en su carácter dinámico han cambiado y nosotros no podemos quedarnos atrás.
Hay muchos retos frente a los cuales nos enfrentamos día a día como psicólogos clínicos, sin embargo podríamos centrarnos principalmente en 3 ejes: El primero, el compromiso que implica ser psicólogo clínico, el segundo, la cultura en salud mental en México y finalmente, los padecimientos actuales.
Es relevante el compromiso del psicólogo clínico debido a que somos los principales responsables de comprender los fenómenos relacionados con la salud mental y en ese sentido promotores de esta; así se hace palpable la responsabilidad que se adquiere al recibir un paciente, pues estamos frente a seres humanos con los cuales no podemos sobrevaluar nuestros conocimientos y aptitudes.
Es indispensable comprometernos con la investigación y la formación continua, para habilitarnos cada vez más a obtener resultados eficaces en nuestra práctica. Sabemos, que hoy no es lícito suponer que un curso de unas cuantas horas o un diplomado nos hace aptos. Una formación deficiente nos podría volver víctimas de ideas paradigmáticas, dogmáticas, juiciosas o poco vigentes; la actualización constante en nuestra especialidad será un pilar fundamental, de la mano con la supervisión de casos y sobre todo el proceso terapéutico personal.
¿Por qué es tan importante que un psicólogo clínico tenga su propio espacio terapéutico? Porque nosotros mismos somos la herramienta de trabajo, es decir, sería como si un médico atendiera con un estetoscopio descompuesto, no podría escuchar bien el corazón o los pulmones de su paciente, resultando en una interferencia que obstruiría o incluso impediría guiar el tratamiento de manera eficaz.
Esta interferencia en nuestro campo, tiene que ver con conflictos en nuestra vida, ya que por supuesto nuestra profesión no nos exenta de momentos de tristeza, enojo o angustia que pudieran vedar nuestra atención y concentración. Y en un caso mucho más extremo, el que incluso tratáramos de dar solución a nuestra conflictiva individual llevando a los pacientes a actuar  como nosotros desearíamos hacerlo. En este caso las implicaciones éticas son evidentes, pues nuestro deseo o necesidad imperaría sobre la del paciente.
Por otro lado, también está la interferencia relacionada con prejuicios personales, los cuales realmente dañan cualquier tipo de acercamiento psicológico. Es impactante que en la actualidad, sigan existiendo personas que ofrecen “curar la homosexualidad”, haciendo evidentes sus rasgos homofóbicos, cuando desde hace muchos años ya no es considerada una patología.
La actualización continua, nos ayudará a ser especialistas calificados que puedan guiar a cualquier paciente hacia los objetivos que ellos mismos se planteen, aunque esto implica un alto costo que requiere ser cubierto de forma privada, pues se destina muy poco del presupuesto nacional para becas y educación de posgrados.
Este esfuerzo, en ocasiones resulta poco visible para los pacientes, ya que en nuestro país hace falta un organismo que realmente certifique, valide y genere un distintivo de aquellos profesionales preparados de aquellos otros con estudios insuficientes. De hecho, la generación cada vez mayor de otros tipos de psicoterapia, en ocasiones ha promovido la confusión con procedimientos de corte esotéricos, que distan enormemente de las finalidades de una psicoterapia.
Los pacientes que buscan ayuda terapéutica muy pocas veces conocen sobre las distintas corrientes y los estudios que se requieren para una práctica profesional ética, por lo que creo que es responsabilidad del clínico informar desde el inicio de un tratamiento terapéutico cuál es nuestra formación, los alcances de la terapia y las diferencias esenciales respecto a otras perspectivas. Sin embargo puntualizo, en nuestro país necesitamos una regulación más estricta con los profesionales de la salud.
Otro punto relevante ligado a lo anterior, es el necesario conocimiento general de otros tipos de psicoterapia diferentes a la que elegimos para especializarnos; es claro que todas son de utilidad y funcionalidad, cada una con objetivos generales iguales, el enfoque en la salud mental, pero particularmente diferentes.
Lo anterior necesariamente implica renunciar a ideas paradigmáticas propias, dolorosas heridas narcisistas a nuestra capacidad terapéutica y desestimaciones hacia nuestros colegas; creer que somos poseedores de la verdad última sólo da como resultado debilitar nuestra profesión y fortalecer los prejuicios aún existentes en cuanto a la atención de la salud mental.
¿Cuántas veces hemos escuchado a algunos colegas hablar de su especialidad como la única verdad funcional? Refiriéndose a otras corrientes desde imágenes caricaturizadas y poco realistas, como que los Gestalt sólo hablan con sillas vacías, que los conductuales no están interesados en las emociones del paciente o que los psicoanalistas sólo nos concentramos en el pasado y utilizamos el diván para garabatear mientras el paciente se hunde solo en sus emociones. Mientras sigamos pugnando por la supremacía terapéutica, gastamos energía que podríamos destinar a fortalecer nuestra disciplina y ayudar a crear una imagen real de los beneficios que tiene la psicoterapia.
Esto lleva al segundo eje: La cultura en salud mental en México. Sabemos que en nuestro país ha habido avance en cuanto al estigma que conlleva recibir atención psicológica, sin embargo aún escuchamos constantemente que es para “locos”, “débiles”, “incapaces” innecesario o exclusivo de mujeres.
Desde la perspectiva psicoanalítica, hay varias modalidades terapéuticas, se puede hacer psicoanálisis pero también psicoterapia psicoanalítica, esto depende de muchos factores, sin embargo el que impera es la necesidad y los deseos del paciente, teniendo implicaciones en la frecuencia de sesiones, alcance  y duración del tratamiento. En términos generales lo que buscamos es ayudar a los analizandos a conocerse mejor, comprender las diferentes motivaciones que los llevan a estar en sufrimiento para poder redireccionar su energía hacia aquello que los haga felices.
Ferenczi, un psicoanalista  que habla sobre la elasticidad en la técnica psicoanalítica postulaba que a veces los pacientes que desean iniciar tratamiento preguntan si el análisis podría llegar a prolongarse durante varios años, a lo que decía que podríamos responderles que es posible, pero que lo mejor será, que desde su punto de vista, consideren si su sufrimiento que está generándole dificultades, hace que valga la pena un esfuerzo considerable.
¿Qué si duele? Si, si duele, ¿Es costoso? Si lo es, requiere un esfuerzo importante en términos de tiempo, dinero y energía, (en cualquier psicoterapia), pero ¿porqué en nuestra cultura seguimos buscando obtener gratificaciones gratuitas o sin esfuerzo? Me parece que  esto sí es equivalente a la debilidad o la incapacidad, y no el adentrarse en el conocimiento profundo de nuestra psique.
El último eje; algunos padecimientos actuales en nuestra cultura y las creencias erróneas sobre las psicoterapias. Una muy común reside en que los pacientes esperan que el terapeuta tenga una varita mágica con la cual podrá suprimir todo su dolor instantáneamente; como cuando éramos pequeños mamá nos acariciaba el pecho y rápidamente podíamos sentirnos mejor, es decir, que en etapas de dependencia infantil podíamos delegar a nuestros padres o cuidadores la responsabilidad de nuestro bienestar, situación que a veces en la adultez seguimos esperando.
Es común a cualquier consultorio psicológico la prevalencia de pacientes con mentalidad de la inmediatez, poca tolerancia a la frustración, impulsividad  y la ley del mínimo esfuerzo. Un colega que se especializa en cognitivo conductual me hablaba de la alta incidencia de pacientes para quienes es un gran esfuerzo realizar una lista que enumere aquellas situaciones que les generan sufrimiento, pues suponían que el terapeuta se encargaría de todo.
Santiago Ramírez, un psicoanalista que concentró gran parte de su obra haciendo investigación sobre la psicología del mexicano, menciona que uno de los mecanismos de defensa prevalecientes en el mexicano es la negación: niega todo aquello que verdaderamente le importa transformando el signo del sí importa en un “no importa”, siendo esta una mentira con la cual tapa a los ojos de su conciencia el dolor del abandono, la angustia o la depresión.
Otro mecanismo utilizado, dice el autor, es la burla, por medio de la cual transforma lo doloroso en su contrario con las mismas finalidades, evadir el sentimiento depresivo de fondo. Ramírez nos dice que el mexicano tiende a esconder la cabeza como un avestruz, mirar hacia otro lugar, evadir la realidad y responsabilidad, pues es muy doloroso el proceso de introspección y de reparación que conllevaría.
Así, en México aún tenemos arraigada la cultura de la inmediatez y lo desechable, fenómenos contra los cuales necesitamos trabajar, para lograr generar relaciones más duraderas y estables con aquellos que queremos, ser más creativos y productivos en nuestro trabajo. En términos generales para que nuestro país avance en todos los sentidos, tenemos que esforzarnos y dejar de esperar que el otro nos solucione; cada quien en aquello que más le apasione o le corresponda, para llegar a tener la capacidad de amar y trabajar en palabras de Freud.
Frente a esta realidad, se hace más relevante uno de los objetivos de la psicoterapia, la cual implica ayudar al paciente a adueñarse de su sufrimiento y tomar en sus manos la posibilidad del cambio, disminuir la victimización y vehiculizar sus capacidades hacia la independencia emocional, es decir, crecer. Para algunos será más difícil que para otros, por lo cual reside en la experiencia, pericia y técnica del terapeuta ir al ritmo de su paciente para que pueda llegar a dichos objetivos.
Frente a esta realidad, ¿qué podemos hacer como psicólogos clínicos? Una alternativa es destinar nuestros esfuerzos en conjunto hacia la cultura de la prevención. Muchos nos dedicamos básicamente a la prevención terciaria, en parte porque los pacientes nos buscan ya cuando su situación es grave y por otro lado porque tampoco nosotros nos enfocamos en buscar medios para evitar que futuras generaciones padezcan trastornos emocionales.
En nuestro país existen altos índices de violencia, maltrato, adicciones, abandono y variadas sociopatías, que podemos explicar analizando las cifras que posicionan a México como el segundo país a nivel Latinoamérica con la mayor tasa de abandono infantil. Según cifras del DIF en 2013 había 25 mil 700 niños en situación de abandono, 8 mil 178 más que el año anterior; estos números únicamente nos hablan de menores que se encuentran en centros de asistencia, así que el número se multiplicaría si contabilizamos a los niños de la calle.
Dentro de los motivos por los cuales estos niños están en estos centros de asistencia encontramos: el abandono, el maltrato, los expósitos, la orfandad y el crimen organizado, y los padres suelen ser adolescentes, de bajos recursos o con un nivel educativo mínimo.
Estas mismas estadísticas mencionan que únicamente se logró reintegrar en 2013 a 120 niños, esto quiere decir que sólo el 4% contó con posibilidades de tener una nueva familia. Las implicaciones de que haya tantos niños en situación de abandono y descuido son la imposibilidad de establecer vínculos estables con cuidadores, y como psicólogos sabemos que los 5 primeros años de vida son cruciales y determinantes para la conformación y estructuración de una personalidad estable.
Lo anterior podría dar luz a la alta prevalencia de trastornos depresivos y sociopáticos, pues el contexto las condiciones vinculares de estos niños no les permiten desarrollar por completo sus capacidades, pues su energía está puesta básicamente en sobrevivir, ya sea a partir del robo, las adicciones y en general acciones que ponen en riesgo su vida y la de los demás.
Destinar nuestros esfuerzos a generar talleres educativos dirigidos a futuros padres en los cuales podamos mostrarles medios más óptimos para vincularse con sus bebés durante los primeros años, permitirá que en un futuro estos niños puedan tomar caminos más creativos y saludables.
También la creación e impartición de talleres dirigidos a niños y adolescentes con temas básicos como sexualidad, drogadicción, autolesiones, violencia, depresión, manejo de emociones, etc., con paciencia irá generando una conciencia social sobre la importancia de la salud mental como una necesidad y no como un lujo.
A manera de conclusión, será a partir de nuestra profesionalización e investigación que podremos lograr una cultura de salud mental efectiva; unir nuestros esfuerzos desde una postura ética, humana, empática y flexible será la llave para mejorar nuestro país.
Fuentes de referencia
  • Ferenczi, S., 1928. “La elasticidad en la técnica psicoanalítica”
  • Ramírez, S., 1977. “El mexicano, Psicología de sus motivaciones”. Editorial Grijalvo, México.

Entradas populares de este blog

El superyó en la neurosis obsesiva

Al leer el historial del Hombre de las ratas, uno de los elementos más llamativos es la severidad y la dependencia del yo con relación al superyó en Ernst Lanzer.En la neurosis obsesiva, el superyó es una instancia que presiona con mucha fuerza el aparato mental generando sufrimiento. Por otro lado, esta neurosis pudiera ser “socialmente aceptable”, justo por los mismos motivos, un superyó exigente que embona con el sistema de normas y reglas. Probablemente en muchos casos (como el del hombre de las ratas) existe un punto en el que el cierto equilibrio logrado se rompe y comienza a haber una serie de ideas obsesivas que dominan la mente y la voluntad evitando que la persona pueda dedicar su energía a otros aspectos que este desee. La culpa del hombre de las ratas es por una deuda impaga, es genuina en cuanto a sentimiento de culpa (culpa señal) que brota del complejo de Edipo. Pero su contenido, el motivo de la culpa, se halla desplazado. Un motivo moral (la deuda) es un señue

Padres sobreprotectores

El vínculo temprano con la madre es un factor decisivo en la conformación de la estructuración psíquica de todo ser humano; también es a partir de este vínculo que se establecerá el tipo de relaciones objetales.  La relación temprana genera una posición relacional básica y estableciendo capacidades parentales potenciales y también un deseo de recrear esa relación. La función de la madre se ejerce a partir del maternaje, que se conceptualiza como un conjunto de procesos psico-afectivos que se desarrollan e integran en la mujer en ocasión de su maternidad. En el maternaje son los recursos internos y externos los que permitirán enfrentar y superar los nuevos desafíos que plantea el desarrollo del niño (Vidal, Alarcón y Lolas, 1995, citado por Manzo, M. 2011). De lo anterior, se puede visualizar la importancia de un buen maternaje y de la comprensión de los fenómenos patológicos originados por una desviación en esta labor. En el presente trabajo se busca comprender tanto las  moti

El papel de los padres en el tratamiento psicoanalítico de sus hijos

Cuando Freud llevó a cabo el tratamiento de Juanito a través de su padre, buscaba el material necesario que pudiera confirmar su teoría sobre la sexualidad infantil y el origen de los síntomas neuróticos, tema en el cual se encontraban dispuestos todos sus esfuerzos. Freud logró dos cosas con este caso: Primero se dirigió al padre en la tarea analítica difícil de ayudar al niño a resolver su complejo de Edipo y la angustia de castración. En segundo lugar, se permitió escuchar y guiar por el niño, que proporcionaba información valiosa acerca de la sexualidad infantil. Freud fue capaz de empatizar con el niño a su nivel de desarrollo y al mismo tiempo dar un paso atrás y mirar el material desde el punto de vista de un adulto preocupado e interesado. Tal enfoque básico es la esencia de trabajo terapéutico con niños. (Garber, B., 2001) Actualmente, el papel que los padres tienen en el análisis de su hijo es crucial; por un lado podrían ser quienes permitan el tratamiento y as