El diagnóstico psicoanalítico es una comprensión dinámica e hipotética
sobre el funcionamiento psíquico normal y patológico de un paciente, este
permite establecer líneas interpretativas, la comunicación entre colegas,
hipótesis sobre fenómenos transferenciales y contratransferenciales y
determinar un posible pronóstico; es por ello que resulta pertinente generar
investigación respecto a las configuraciones psicológicas que se observan en la
práctica clínica.
En este caso, se realiza un
estudio sobre el narcisismo, el cual es considerado por algunos autores como un
cuadro nosológico particular y otros únicamente como un síndrome. Por lo tanto
se plantean tres perspectivas teóricas diferentes que plantean modos de
comprensión e intervención particulares.
Inicio con la tesis de Freud[1] sobre el
narcisismo, la cual básicamente descansa sobre tres propuestas básicas:
- El narcisismo es una catectización libidinal de uno mismo, un amor a sí mismo.
- Dicha catectización pasa necesariamente en el hombre por una catectización libidinal del yo.
- Esta catectización es necesaria en términos estructurales para la constitución misma del yo.
En este sentido, para Freud en la estructuración psíquica existe un
proceso evolutivo que incluye 4 fases libidinales:
1) El autoerotismo
2) El narcisismo
primario
3) El amor objetal
(primero homosexual y luego heterosexual)
4) El
narcisismo secundario, que se manifestaría en términos económicos: cuanto más
disminuye el revestimiento libidinal de los objetos, más tendrían lugar los
fenómenos narcisistas.
Por lo tanto el narcisismo se
entiende como un fenómeno estructural, económico y dinámico. Sin embargo, es
también adaptativo debido a que tiene que ver con la valoración que hacemos de
nosotros mismos.
Para Kernberg, el narcisismo
normal refleja la carga libidinal del sí mismo[2], es
decir, la integración de las representaciones del sí mismo “buenas” o “malas”
en un concepto realista que incorpore y no disocie las variadas
representaciones que componen el sí mismo para la catectización libidinal de un
sí mismo normal. (Kernberg, 1999)
Lo
anterior implica para Kernberg, el desarrollo de un sí mismo integrado que
regula la autoestima, la capacidad para establecer relaciones objetales
profundas como resultado de la constancia objetal, también un superyó
integrado, individualizado y ensimismado; por lo tanto, la gratificación
instintual se obtiene respetando el contexto de relaciones objetales y un
sistema de valores estable. (Kernberg, 1999)
Narcisismo patológico
Rosenfel en 1971 hace un estudio
sobre los estados destructivos violentos, entre los cuales se encuentran los
narcisíticos omnipotentes, donde la estructura psíquica del sujeto es dominada
por la parte destructiva del self que aprisiona y domina al self libidinal que
se encuentra casi totalmente ausente o perdido y resulta incapaz de oponerse a
dicho proceso.
Este mismo autor, en sus trabajos
publicados entre 1964 y 1978, propone que los pacientes narcisistas, han
introyectado en forma omnipotente un objeto parcial, primitivo, totalmente
bueno, y/o han proyectado en forma omnipotente su propio sí mismo “hacia
dentro” de tal objeto, con la finalidad de negar cualquier diferencia o
separación con el objeto, dando como resultado que estos pacientes puedan negar
cualquier necesidad de dependencia de un objeto externo.
Así los objetos que son
necesitados por las personalidades narcisistas en forma realista, son utilizados
para la proyección de las partes indeseables, siendo así su padre el que se
sentiría triste si Iván se fuera, así como también es en el padre en quien se
proyecta lo devaluado e incapaz.
Según Rosenfeld, se espera que en
el tratamiento psicoanalítico, el analista sea utilizado como “lavatorio”, lo
cual genera gratificación pues le permite atribuirse todo lo bueno resultante de
la relación.
Rosenfeld describe a los
pacientes con narcisismo patológico como personas con una autoimagen altamente
idealizada, por lo que necesitan negar de forma omnipotente cualquier evento o
elemento que pudiera ponerla en riesgo. De esta manera, se apropian rápidamente
de características ajenas y las declararan suyas, o de manera inconsciente
devalúan y destruyen lo que reciben de los demás para evadir la envidia que
reconocerlo produciría generando insatisfacción.
Por otro lado, Rosenfeld también
menciona que existe una infiltración de la agresión primitiva en el sí mismo
“loco”, generando una cualidad de violenta autodestructividad, por lo que
existe un odio inconsciente hacia lo bueno o valioso, no solamente en los
objetos, sino incluso en sí mismo. En estos casos, únicamente pueden sentirse
seguros y triunfantes sólo cuando han frustrado los esfuerzos de aquellos que los
aman e intentan ayudarlos. Lo anterior trae como resultado en el trabajo
analítico, que sea difícil rescatar las partes dependientes y saludables.
Rosenfeld pone de manifiesto la
fuerza imperante del impulso destructivo en estos pacientes, mientras que por
otro lado para Kernberg (1999), al hablar del narcisismo patológico, hace
énfasis en la carga libidinal en una estructura patológica del sí mismo, la
cual se caracteriza por ser vivida como grandiosa, y que contiene
representaciones objetales y del sí mismo devaluadas o determinadas de forma
agresiva que se disocian, escinden, reprimen o proyectan.
Según
este autor, existe la personalidad narcisista propia, que es un tipo específico
de patología de carácter que se centra en la presencia de un sí mismo grandioso
patológico. Estos pacientes pueden funcionar efectivamente en la esfera social
sin embargo únicamente a nivel superficial, pues profundamente se encuentra un
grado excesivo de autorreferencia en sus interacciones con los demás,
necesidades excesivas de ser amados y admirados, así como una valoración
exaltada de sí mismo combinada con episodios de extrema inferioridad.
También
muestran, una necesidad del tributo de los demás con una vida emocional hueca,
tienden a ser envidiosos aunque pueden idealizar a algunos de quienes en
consecuencia esperan recibir abastecimientos narcisistas.
Sus
relaciones con los demás tienen la característica de ser parasitarias y
explotadoras; pueden vsiualizarse a modo superficial como atractivos y
simpáticos, aunque a profundidad se siente crueldad y frialdad. Tienden a
sentirse inquietos y aburridos cuando no hay fuentes de abastecimiento
narcisista.
Es
importante resaltar que Kernberg visualiza el narcisismo no sólo como una
caracteropatía, sino también como un modo de funcionamiento, en el que su nivel
más alto incluye pacientes con síntomas neuróticos, con buena adaptación
superficial y con poca capacidad para percatarse de enfermedades emocionales,
aunque sí perciben un sentimiento crónico de vacío o aburrimiento, alta
necesidad de éxito personal, así como su poca capacidad de empatía, intuición y
catectización emocional en los demás.
Por otro lado, Hugo Bleichmar en
su libro “Avances en psicoterapia psicoanalítica” (2011), establece que lo
específico del narcisismo es “el sistema de significaciones, o perspectivas
desde las cuales se organiza la captación de cualquier actividad, pensamiento,
sentimiento o tipo de vínculo: todo es vivido en términos de valoración del
sujeto”. De esta manera su percepción está atravesada por una escala
comparativa en términos de virtudes, defectos, superioridad o inferioridad con
respecto a ideales o personajes del entorno.
Sin embargo, este autor
puntualiza que se puede tener un trastorno narcisista, entendido como una
problemática o un código que ocupa su mente, pero funcionar a diferentes
niveles estructurales (neurótico, borderline o psicótico) de acuerdo a factores
como juicio de realidad, separación entre proceso primario y secundario, tipo
de mecanismos de defensa utilizados con mayor recurrencia, formas de
organización de los afectos, etc. (Bleichmar, 2011)
Bleichmar (2011) considera que la
arrogancia, los sentimientos de grandeza y la hipervalorización consciente son
originados por tres condiciones:
1)
Sujetos con hipernarcisización primaria: Se
encuentran identificados con la grandiosidad parental y/o a la imagen grandiosa
con la cual vieron a sus figuras significativas. Padres maglómanos que volcaron
sobre sus hijos su sentimiento de grandiosidad y excepcionalidad.
La denominación
primaria se hace para destacar que no es una defensa frente a un trauma, sino
una identificación. El trabajo terapéutico en estos casos implica ayudar a ver
al paciente que, por considerarse superior y que el mundo le debe
reconocimiento especial, es que se siente como traumática cada experiencia que
se contrapone a dicha imagen de sí mismo.
2)
Déficit de narcisización no compensado: Personas
a quienes sus padres no las especularizaron positivamente, el ambiente no
ofreció una imagen valorizada de sí mismo con la cual pudiera identificarse y
ha sido incapaz de compensar ese déficit.
3)
Sujetos con hipernarcisización secundaria
compensatoria: generada frente a traumas narcisistas infantiles a modo de
defensa. En este caso la intervención terapéutica deberá dirigirse a ayudar al
paciente a buscar sus sentimientos de inferioridad, así como los traumas
infantiles y actuales que activaron la defensa megalómana.
Como se observa, Bleichmar genera
un enfoque más profundo respecto a los aspectos genéticos del narcisismo, y
para él, el narcisismo terminaría siendo un síndrome y no un cuadro nosológico
particular.
Clínica de los trastornos narcisistas
Rosenfeld (1971) plantea que para
ayudar a estos pacientes, es esencial encontrar una vía de acceso al self
libidinal dependiente, con la finalidad de atenuar los impulsos destructivos.
Así mismo será necesario analizar la estructura omnipotente de naturaleza
infantil, para liberar las partes dependientes que sí logran generar relaciones
de objeto, llevando a la introyección de los objetos libidinales que permiten
una fusión normal.
Para Kernberg, la técnica implica
la resolución de las transferencias primitivas, sus conflictos inconscientes y
sus operaciones defensivas características, permite la integración gradual de
representaciones objetales y del sí mismo que en el trastorno narcisista son
contradictorias; resultando en la integración de un sí mismo normal donde las
relaciones objetales evolucionan de parciales a totales logrando la constancia
objetal y se resuelve el amor patológico al self y la catectización patológica
de los demás. (Kernberg, 1999, pp. 170 y 171)
El análisis de las defensas y las
reacciones terapéuticas negativas ligadas a fuentes de envidia inconscientes,
permite la resolución del sí mismo patológico grandioso y la patología de sus
relaciones objetales interiorizadas.
Hugo Bleichmar (2011), a
diferencia de los modelos mencionados arriba, propone realizar interpretaciones
relacionadas con aspectos intrapsíquicos, previo a los interpersonales, pues
cree que de otra manera las interpretaciones son sentidas como nuevas injurias
narcisistas. Una interpretación intrapsíquica está relacionada con como sus
instancias psíquicas ejercen presión entre sí, por ejemplo la exigencia
ejercida por el superyó del paciente a ser excepcional, con la finalidad de que
se percaten como ellos mismos no se logran “dar tregua”. (Bleichmar,
2011)
Un segundo momento dentro de esta
línea de interpretación es que el paciente se percate que esa exigencia que
tiene para sí mismo hace que se vuelva imposible recibir ayuda, puesto que
debería ser independiente y capaz, y por ello denigra a los objetos. (Bleichmar,
2011)
De acuerdo con Bleichmar (2011),
también será relevante tener cuidado para no retraumatizarles, pues menciona
que cuando se les interpreta la identificación proyectiva, existe este riesgo,
por lo que propone explicarle al paciente que seguramente no tuvo otra
alternativa para evitar volver a la situación infantil.
En esta ocasión se presentan
únicamente tres aproximaciones, teniendo que dejar de lado contribuciones
importantes de autores como Kohut, Green, Bowlby y Winnicott, entre otros, así
como la infinita cantidad de usos que la palabra narcisismo tiene en el marco
psicoanalítico; no obstante logran denotar la variedad de manifestaciones
clínicas que pueden comprenderse bajo el mismo término y los múltiples caminos
existentes para el tratamiento de dichos pacientes.
Bibliografía
Bleichmar, H. (2011). Avances en psicoterapia psicoanalítica. Hacia una
técnica de intervenciones específicas. Madrid: Paidós.
Jean Laplanche, J. B. (1996). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos
Aires: Paidós.
Kernberg, O. F. (1999). Trastornos graves de la personalidad:
Estrategias psicoterapéuticas. México: Manual Moderno.
Rosenfeld, H. (1971). Aproximación psicoanalítica de los instintos de vida
y de muerte, una investigación de los aspectos agresivos del narcisismo . Revista
uruguaya de psicoanálisis; tomo 13, pte. 2-3 , 227-245.
Sigmund, F. (1910). Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.
En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
Sigmund, F. (1911). Puntuaciones psicoanalíticas sobre un caso de
paranoia. En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
Sigmund, F. (1913). Tótem y
tabú. En obras completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
Sigmund, F. (1914). Introducción
al narcisismo. En Obras Completas, tomo XV . Madrid: Amorrortu.
[1] Se
integran los siguientes trabajos de Freud: “Un recuerdo infantil de Leonardo da
Vinci” (1910), “Puntuaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia” (1911),
“Tótem y tabú” (1913) e “Introducción al narcisismo” (1914).
[2]
Si mismo comprendido como “la suma total de las representaciones integradas del
sí mismo, de todas las etapas del desarrollo”. (Kernberg, 1999, pp. 169) Este sí mismo es una estructura intrapsíquica
tripartita con componentes afectivos, cognoscitivos, incrustada en el yo pero
derivada de precursores del mismo.